¿Mensaje o llamada? La decisión que impacta en la eficacia del equipo

En un entorno laboral donde las decisiones no pueden esperar y la confianza se construye en segundos, la elección entre escribir o hablar no es trivial: es estratégica.

Cada generación ha desarrollado su propio estilo de comunicación, adaptado a las herramientas de su tiempo. La Generación Z, que ya forma parte activa de muchos equipos, creció rodeada de mensajes de texto, emojis, audios y respuestas en diferido. Para ellos, escribir no solo es habitual, es la norma. Lo que para otros fue una llamada telefónica, para ellos es un mensaje de voz.

En GestyFor entendemos que este comportamiento no nace del desinterés ni de la falta de compromiso, como a veces se interpreta erróneamente. Al contrario: obedece a una lógica distinta, modelada por años de experiencia digital. Según estudios del Pew Research Center y Harvard Business Review, los profesionales jóvenes muestran una clara preferencia por los canales asincrónicos por tres razones fundamentales:

  1. Control del mensaje: redactar un texto o un email les permite pensar, editar y reformular antes de enviar. Esto reduce errores, pero también refleja un deseo de protegerse de la presión de la inmediatez.
  2. Evasión del conflicto directo: las llamadas se asocian, con frecuencia, a situaciones tensas, jerárquicas o incómodas. Evitarlas es una forma de protegerse emocionalmente.
  3. Percepción de eficiencia: creen que escribir es más productivo porque permite continuar con otras tareas mientras se espera una respuesta, lo que se ajusta a su estilo multitarea.

Sin embargo, en GestyFor opinamos que esta preferencia puede convertirse en una limitación si no se aborda desde el liderazgo. Porque hay momentos —y no pocos— donde una llamada evita una cadena interminable de correos, resuelve malentendidos en minutos y establece una cercanía que ningún emoji puede reemplazar.

Un ejemplo típico: dos compañeros debaten por correo sobre un detalle técnico. Tras varios intercambios y cierta tensión, una llamada de cinco minutos aclara el tema y restablece la relación. No es solo cuestión de velocidad, es cuestión de calidad humana en la comunicación.

Por eso, en GestyFor recomendamos trabajar esta competencia como parte de la formación profesional. No se trata de obligar a llamar, sino de enseñar a distinguir cuándo un mensaje basta… y cuándo una llamada cambia el resultado.

En ese sentido, el liderazgo tiene un rol fundamental: fomentar una cultura de comunicación híbrida, donde se valore la eficiencia digital, pero también se entienda el valor del contacto directo. Los líderes no solo deben adaptarse a los nuevos estilos, sino también transmitir criterio sobre el uso del canal adecuado según el momento, el contenido y la persona.

Porque, como decimos en GestyFor, el verdadero reto no es solo entender cómo se comunican los nuevos profesionales, sino enseñarles cuándo cambiar de canal para ser más eficaces, más empáticos y más resolutivos.

Y eso —no lo olvidemos— requiere cancha, experiencia y voluntad de enseñar.

2025/06/15-®Fuente: GestyFor

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