¿Quién defrauda a quién? La revolución tecnológica que pone contra las cuerdas al fraude en los seguros

El año 2024 ha sido, sin lugar a dudas, un punto de inflexión para el sector asegurador español en su lucha contra el fraude. Las cifras pueden parecer preocupantes a primera vista: se detectan 32 intentos de fraude cada hora, lo que implica más de 280.000 casos al año. Sin embargo, una mirada más profunda revela un escenario mucho más favorable para las aseguradoras. El aumento en la detección no es sinónimo de un repunte delictivo, sino de una eficiencia  sin precedentes en los sistemas de control y prevención.  

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Este cambio estructural se explica en gran parte por la integración estratégica de tecnologías avanzadas, con especial protagonismo de la inteligencia artificial (IA) y los procesos de automatización del análisis de siniestros. Las herramientas basadas en IA permiten identificar patrones anómalos con mayor precisión, cruzar datos en tiempo real y anticiparse a fraudes antes de que lleguen a materializarse. Esta transformación ha cambiado radicalmente la forma en que se investiga, se clasifica y se combate el engaño en el sector.

Uno de los indicadores más sólidos de este avance es la mejora de la rentabilidad en la gestión antifraude. En 2024, por cada euro invertido en investigar posibles fraudes, las aseguradoras han conseguido evitar 30 euros más en pagos indebidos respecto a los niveles de 2022. Esta relación coste-beneficio supone un rendimiento operativo sin precedentes. A esto se suma una reducción de costes directos: la inversión media por caso se ha reducido en 14,1 euros en apenas dos años.

Este contexto no solo refleja una evolución tecnológica, sino también una madurez estratégica en la gestión del fraude. Las compañías ya no solo reaccionan ante el fraude consumado, sino que aplican modelos predictivos, técnicas de machine learning y análisis de big data para anticiparse al comportamiento fraudulento. La digitalización de procesos, además, ha permitido que los recursos humanos se enfoquen en casos de mayor complejidad, dejando en manos de sistemas automatizados la depuración preliminar.

En un mercado cada vez más competitivo, estos logros también tienen una dimensión reputacional y de confianza. La capacidad de mitigar el fraude con menor inversión y mayor impacto operativo fortalece tanto la solvencia de las entidades como su credibilidad ante los clientes y reguladores.

Así, 2024 no será recordado únicamente por el volumen de fraudes detectados, sino por la consolidación de un nuevo paradigma de gestión eficiente, proactiva y tecnológicamente reforzada. La pregunta ya no es cuántos fraudes se cometen, sino cuántos se logran frustrar antes de producirse.

2025/05/01-®Fuente: GestyFor

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